Nepal: Boudhanath Estupa y Pashupatinath Templo

La estupa Budista Boudhanath y el Templo de Pashupatinath en Katmandú, Nepal.

Día 3: Contemplando las oraciones budistas… y los ritos hindúes finales!

Día 3 en Katmandú es de lo más asombroso – BB Bhandari, nuestro amigo de Nepal Adventure Point, nos lleva a ver 2 sitios icónicos del Patrimonio de la Humanidad – la gran Estupa de Boudhanath y el complejo sagrado de Pashupatinath.

Boudhanath

Un conjunto de monjes caminan alrededor de la cúpula en la zona `privada’, concha ceremonial en la mano. No visten la típica bata anaranjada pero sí con una túnica distinta y un gorro peculiar. Les miro con asombro cuando el aire empieza a vibrar, es el sonido de la trompeta de caracola en un antiquísimo ritual.

Boudha es la estupa más grande del mundo, una enorme cúpula blanca en el centro de un gran patio rodeado por un círculo de edificios históricos. La estructura original se construyó en el siglo V para los sherpas viajando por la ruta del comercio que unía Nepal con Tibet; el conjunto religioso se ha reformado a lo largo de los siglos, la última vez después del terremoto de 2015 con la reconstrucción de la torre de la cúpula.

Boudhanath está a unos 11 km del centro de Katmandú, un poco lejos para venir andando pero fácil de llegar en taxi. Mundialmente reconocida por la Unesco, impresiona entrar en la plaza (hay billete de admisión para extranjeros, abajo dejo el enlace oficial para los de sitios de interés en Nepal). Los ojos de Buda contemplan desde la cúpula dorada la gran esfera blanca engalanada con banderas de oración, llevando los mantras al cielo.

Los fieles caminan en el sentido de las ‘agujas del reloj’ alrededor de un muro adornado con nichos sagrados cercando la estupa – de vez en cuando, algún devoto se prostra en el suelo en la rutina milenaria. Un pórtico se abre al pequeño recinto interior donde las gentes adoran imágenes con ofrendas de flores e incienso, y girando las ruedas de oración a pasar, siempre de izquierda a derecha. Puedes subir los eslabones y andar por las 3 plataformas principales; en total hay nueve niveles coronados por trece anillos de oro, simbolizando el camino hacia la iluminación.

Los antiguos edificios albergan pequeños comercios –tiendas de souvenirs religiosos, una galería de arte, el museo, un hotelito y restaurantes – y los claustros budistas que encierran la plaza de Boudhanath. Entro en uno curioseando – el interior brilla con paneles de madera oscura, el más puro estilo tibetano – y subo hasta la azotea, un patio especial con figuras doradas y candelas, y una panorámica única hace la estupa. Abajo los vendedores ambulantes con bandejas de velas de aceite son desalojados de la acera por la policía local, al igual que cualquiera sin licencia en este mundo.

En el templo los monjes Budistas están rezando, me siento detrás para escuchar sus cánticos hasta BB y Juan me encuentra, es hora de irnos a ver el siguiente lugar histórico.

Pashupatinath

Pashupati se ubica a unos 5 km del centro de la ciudad a las orillas del Bagmati, el río que fluye desde las montañas del Himalaya a través del Valle de Katmandú hasta el Ganges en la lejana India.

Patrimonio de la Humanidad es un vasto complejo de templos y santuarios – o lo era hasta que la zona sufrió daños graves por el devastador terremoto. El entorno muestra una pobreza considerable. Parte del patrimonio cultural derrumbado todavía espera reconstrucción, lo que justifica el 1000 rupia billete de entrada.

La atracción principal de Pashupatinath es el templo dedicado a Shriva, el Dios de los dioses. Dicen que es uno de los templos hindúes más sagrados del mundo. Reconstruido varias veces a lo largo de los siglos -el techo dorado es del año 1120- se remodeló en el siglo XIV con adiciones posteriores en los años 1900. Algunas inscripciones datan del año 459. Lo habitual, como no hindúes, no nos permite entrar en el templo a verlo.

No me di cuenta de que había una segunda parte de Pashupati…

La zona es pintoresca pienso, mientras sigo los pasos de BB hacia el río, colinas arboladas en la distancia. Me encanta ver el pequeño Templo de Kali justo al lado del puente (Kali Travel es el nombre de mi blog de viajes y mi apodo) pero lo que no sabía, Kali es la Diosa hindú de la vida y la muerte, la deidad más poderosa de todas. Que guay!

Templo de Kali

Ahora viene la segunda sorpresa, y me quedo paralizada con asombro… Has oído hablar de Varanasi en la India, infame antaño por las piras funerarias en el río Ganges? Bueno, este es el equivalente en Nepal, el lugar más sagrado donde los hindúes viajan desde todo el país, eligen morir y reencarnarse aquí. La atroz costumbre de sacrificar a la viuda entre llamas fue abolida en el siglo XVIII, aun así el lugar puede parecer un poco desconcertante. Ayuda a comprender su firme creencia de que la muerte no debe ser temida y que la reencarnación es un paso positivo en la vida.

También ayuda a ver la escena a través de la lente de una cámara, así puedo observar cada detalle de una ceremonia fúnebre nepalí, desde una distancia prudente en la orilla de enfrente. El recién fallecido está cubierto con un sudario (parece mi sabana de seda, la del bolso de dormir), acostado en el suelo con los pies tocando el río. La familia le acompaña justo detrás y se acercan, uno por uno, a despedirse rociando agua bendita sobre los pies del difunto y vertiéndose un poco en su boca en un ritual solemne para purificar el espíritu.

Al otro lado del puente, a lo largo del río se llevan a cabo las cremaciones en pequeñas plataformas de piedra colmadas de leña. Se coloca una antorcha encendida dentro de la boca del cadáver para incinerarlo, de adentro hacia afuera. No, no espero para verlo.

En la ladera opuesta, habitan los ermitaños Baba vestidos con túnicas de color naranja, viven en pequeños santuarios. Saludan y posan con los turistas esperando dinero a cambio.

Juan y yo volvemos a la Plaza Durbar de Katmandú, durante el atardecer está todo muy animado con familias celebrando el Festival de Dashain; la gente va arreglada, muchas con traje tradicional, las mujeres casadas vestidas de roja. Es el día de los sacrificios, han matado bueyes, cabras y gallinas en la plaza hoy, por eso venimos tarde para evitar el sangriento rito como la mayoría de los turistas occidentales.

Una procesión religiosa desfila por el casco antiguo, las calles estrechas atestadas por la multitud. Cuidadores ayudan a los sacerdotes hindúes mientras pasean en un estado de profunda meditación (o colocados quien sabe) y los espectadores se acercan a besarles con reverencia. Fascinante Katmandú.

Basta de ritos sagrados por un día, vamos a la zona guiri para variar, a comer pizza y celebrar la última noche en la ciudad antes de partir hacia el Himalaya con una cerveza nepalí (Everest, Tuborg o el potente Nepal Ice, a gusto).

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